Ahora
bien, ¿cómo vamos a determinar la naturaleza del nonato? ¿Quién define el
momento en que una vida humana comienza a ser sagrada y digna de protección?
Todos sabemos que cuando un óvulo humano es fecundado por un espermatozoide
humano, el fruto resultante es un ser humano. El cambio de cosa a persona no
ocurre en el momento del parto, ni en ninguna otra etapa del embarazo, sino en
el momento en que el óvulo es fecundado y comienza ese proceso de desarrollo
que, de hecho, no concluye en el nacimiento. Y las evidencias al respecto son
muy contundentes. En el momento de la concepción 46 genes se combinan, 23 de la
madre y 23 del padre, para el inicio del desarrollo de un individuo único.
Después de 2 semanas se pueden escuchar los latidos del corazón, que hace
circular la sangre dentro del embrión; y no es la sangre de la madre, sino la
sangre que ha producido el bebé. Después de 6 semanas el embrión tienen menos
de 1 pulgada de largo, pero ya tiene un desarrollo considerable. Los dedos se
han formado en las manos. A los 43 días tiene ondas cerebrales detectables. A
las 6 semanas y medio el embrión se está moviendo, aunque tales movimientos no
pueden ser percibidos aun por la madre.
Al
final de las 9 semanas el feto ha desarrollado unas huellas dactilares únicas.
En este momento el sexo del niño se puede distinguir. Los riñones también se
han formado y están funcionando, así como la vesícula biliar al final de la
décima semana. Todos los órganos del cuerpo están funcionando a finales de la
doceava semana, y el niño ya puede llorar. Todo esto ocurre durante los
primeros 3 meses del embarazo. Sin en muchos países del mundo se le permite a
la madre decidir si desea ponerle fin a su embarazo en ese primer trimestre,
aunque la vida de la madre no corra peligro, simplemente porque no desea tener
ese bebé.
Es
erróneo pensar por el hecho de que se encuentre geográficamente en el vientre
de su madre, el feto sea parte esencial de su cuerpo como su riñón o su
páncreas. Otros argumentan que su ilegalidad obliga a muchas mujeres a abortar
en circunstancias de alto riesgo, poniendo en peligro sus vidas. No hay por qué
tomar una acción tan radical como el aborto. Aparte de que es absurdo pensar
que podemos “proteger” a un niño de la posibilidad de abusos futuros,
quitándole la vida antes de que nazca.
Nadie,
excepto Dios, puede disponer de la vida de otro ser humano desde que esa vida
es concebida. Legalizar el aborto y despenalizarlo no es otra cosa que tomarnos
atribuciones divinas que no nos corresponden.
La
evidencia bíblica es contundente en cuanto a que el feto en el seno de la madre
es un ser humano vivo y, por lo tanto, se encuentra amparado por la ley moral
de Dios, que en el sexto mandamiento declara: “No matarás”.
© Por Luis M. Rodríguez. Débil es la razón sino se llega a
comprender que hay un Dios que la Sobrepasa. Usted puede reproducir y
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