La Inmutabilidad de Dios


Este tópico tiene que ver con uno de los atributos más difíciles de interpretar en las escrituras pero que se antepone a la luz de la palabra.

 

¡Cuán insondable son sus decretos y perfecta sus dediciones y su grandeza no se pueden alcanzar! Dios es el mismo perpetuamente, sus atributos y determinaciones no se pueden cambiar, él es inmutable. El no conoce cambio alguno porque no tiene principio ni tiene fin.  Por ello Dios es comparable a una roca que permanece inconmovible cuando el océano entero que la rodea fluctúa continuamente sobre él; (Deut.32:4), en cambio los impíos son como el mar en tempestad en constante turbulencia que no pueden estarce quieto y sus aguas arrojan cieno y lodo y no hay paz en los corazones de ellos. (Is.57:20). Pero el propósito de Dios jamás cambia.

 

Existen causas que hacen al hombre cambiar de opiniones e invertir sus planes: 1) la falta de prevención para anticiparse a los acontecimientos y 2) la falta de poder para llevarlo a cabo. Dado que Dios es omnisciente y omnipotente no necesita corregirse a sí mismo. Dios es inmutable en esencia, su naturaleza y ser son infinitos. Nunca hubo tiempo en que Dios no existiera, nunca habrá días en que deje de existir, lo que es hoy ha sido siempre y siempre será. «Yo Jehová no me mudo »   es su propia afirmación absoluta (Mal.3:6). Él mismo es perpetuamente, su amor es eterno (Jer.31:3), su misericordia incesante porque es para siempre (Sal.100:5), su poder inalcanzable, inefable su omnisciencia y su sapiencia inescrutable; su verdad y decretos inmutables que no lo puede cambiar. La permanencia del carácter de Dios garantiza el cumplimiento de su promesa.

 

En Génesis 6:6 no obstante, leemos que  « Dios se arrepintió de haber creado al hombre». A esto respondemos: ¿se contradice las sagradas escrituras a sí misma? Desde luego que no., jamás se puede interpretar esta declaración como si se tratase de un ser humano que esta dolorosamente sorprendido por una gran decepción. Dios no creo mundo para luego decidir qué hacer con ello. La misma palabra declara que «Dios no es hombre para que mientas ni hijo de hombre para que se arrepienta »  (Num.23:19).

 

Es necesario tener presente que el término “Arrepentirse” como una declaración de parte de Dios en las escrituras, es una expresión Antropomórfica. Una expresión antropomórfica es aquella que atribuye características humanas a la divinidad de Dios. donde Dios se revela al hombre en lenguaje humano con el fin de adaptarlo a nuestra capacidad limitada; en la que Dios se presenta con órganos físicos tales como: las manos, los ojos, corazón, orejas, y la boca de Jehová; en la que Dios figura como un ser con reacción física y típicamente humana. Cuando las escrituras nos revelan que Dios escribió la tabla de la ley con los dedos de sus manos, ahí se está empleando una expresión antropomórfica según el libro de Éxodo  31:18. Dada la condición que Dios es espíritu y no materia; por lo tanto, no tiene dedo ni tiene mano.  (véase. Gen 1:2)

 

No obstante, irrumpe explicar cómo se justifica el hecho de que, por un lado Dios no cambia y por otro lado cambia y se arrepiente de sus planes. Pasaje como: (num.23:19; 1 Sa.15:29; Ez.24:14; y luego compare a Gn.6:6; 1Sa.2:30,31; Jer.15:6), pudieran llevar a muchos a ciertas confusiones.

 

Núm. 23:19    Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre

                            para que se arrepienta.

 

     Jer. 15:6     Tú me dejaste, dice Jehová; te volviste atrás; por tanto,

                         yo extenderé   sobre ti mi mano y te destruiré; estoy

                          cansado de arrepentirme.

 

¿Acaso no es Dios inmutable respecto a la esencia de sus atributos, así como su inflexible determinación de castigar el pecado y recompensar el pendón? Podemos ver que en Dios no hay fase, periodo, ni sombra de variación según el libro de Santiago (1:17). Más en cuanto a sus declaraciones., algunas de ellas son absolutas e incondicionales. (Véase-Gn.9:11-14), pero la mayor parte de ellas; es decir, sus declaraciones, incluyendo las amenazas y las promesas; dependen de la decisión expresa en interior del corazón del hombre.

 

Un gran principio de la declaración divina de Dios en su trato especial con el hombre figura en (Jer.18:7-11)  «Si Dios determina en un pueblo o reino edificar y plantar viña, pero si ese pueblo hace lo malo delante de Jehová no escuchando su voz Dios se arrepiente del bien que había determinado hacerle» 

 

 Por otro lado, Dios puede hablar de pronto contra un pueblo para arrancarlo y destruirlo, pero si este pueblo contra el cual habló se vuelve de su maldad. «Yo me arrepiento del mal que había pensado hacerle »  (Comp.Jon.3:10). Aquí tenemos la condición subyacente entre Dios y el hombre. Siempre que Dios como consecuencia de un cambio en la decisión del hombre no ejecuta las amenazas o cumple sus promesas; es evidente en todos los casos ocurridos del porque el cambio no es en Dios, sino en el hombre.

 

Dios ha prometido bendición al justo y juicios sobre el injusto. Por ejemplo: supongamos que un justo  cambie y se convierta en injusto depravándose aún más. El hombre al que Dios había prometido bendición ocupa una posición diferente delante de él.  La promesa había sido hecha a un carácter totalmente diferente. Es así como se confirma que no hay cambio en Dios, sino en el hombre.

 

Su actitud hacia el pecado y por otra parte hacia la bondad. es la misma ayer, hoy y por los siglos; y esto explica por qué Dios no cambia. él es, ¡Inmutable!

 

 

© Por Luis Rodriguez. Débil es la razón sino se llega a comprender que hay un Dios que la sobrepasa.  . Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia en virtud de proclamar el Señorío de Cristo nuestro Dios.

 

0 comentarios:

Publicar un comentario

Introducir su Comentario