La Iglesia, fiel a Jesucristo, siempre ha proclamado que la vida humana es sagrada desde el momento de la concepción. La Iglesia así lo ha enseñado desde el principio. “Mi embrión tus ojos lo veían” (Salmo 139/138, 16). El aborto (feticidio) es grave pecado contra el sexto mandamiento, (Ex 20:13).
El aborto plantea diversos problemas a la moral ética y social, y sobre todos en las normas establecidas por Dios. Se presenta a veces como una solución para prescindir por diversas razones en la que puede ser permitido o no la Interrupción del embarazo. Sabemos que el tema del aborto tiende a generar fuertes emociones, y no puede ser de otra manera, ya que anualmente se realizan en el mundo más de 60 millones de abortos, cerca de millón y medio sólo en EUA. Si se trata de la destrucción de vidas humanas, estamos hablando del más grande genocidio de la historia.
Es imposible abordar este tema sin que nuestras emociones se vean envueltas. En República Dominicana pueden ocurrir 90 mil abortos al año y se estima que uno de cada cuatro embarazos termina en aborto, dejando una gran secuela indeterminable de muertes según la organización de Salud y Pro familia.
El aborto provocado ha sido siempre una herida abierta en la conciencia de los pueblos, una interrogante a la sensibilidad ética, una transgresión a la ley moral de Dios y a la vez, un acontecimiento indeseable que con frecuencia las personas implicadas han procurado ocultar.
La gran paradoja de esta sociedad abortista es que mientras se lucha contra la tortura y la pena de muerte, se amplían aún más la posibilidad de aplicar el aborto a ciertos casos específicos, dando lugar de aplicar una ley de muerte a ese indefenso ser aún no nacido.
Se ha planteado que las leyes vigentes propician el aborto ilegal y la secuela de daños a la salud, económicos y sociales que estos generan. También se abogó por que en los centros educativos del país se retome la educación sexual como medida preventiva del embarazo en adolescentes y otros problemas; sin embargo, las cuestiones éticas no pueden decidirse en base a argumentos emocionales, ni tampoco por consenso. El problema esencial del aborto y lo que debe debatirse es si el aborto es o no un atentado contra la vida de un ser humano, ese es el centro y problema esencial de esta cuestión.
Lo que dice el artículo 37: “El derecho a la vida es inviolable desde la concepción misma hasta la muerte. No podrá establecerse, pronunciarse, ni aplicarse en ningún caso, la pena de muerte”. el artículo 38 prevé también la responsabilidad de nuestra constitución que hace al Gobierno garante de la dignidad de sus ciudadanos.
En el mundo, no todos los países tienen la misma visión sobre tema. El aborto es una interrupción del embarazo que puede ser penalizada o no dependiendo de las razones y los factores circunstanciales que permitan dicha acción.
Hay causas que justifican un aborto en circunstancias muy específicas, tal
es el caso del aborto natural, en tal caso, es cuando se
produce sin ser intencionado, las causas pueden ser varias: la muerte del
bebé por enfermedades congénitas, o lo que es lo mismo, genéticas. Un caso
distinto puede ser por asfixia-miento o falta de oxígeno provocado por el
cordón blincar. También puede ser por enfermedades de la propia madre
como por ejemplo la diabetes o traumatismos fuertes, o también por enfermedades
infecciosas que se contagian con el contacto de fluidos corporales, una de
ellas es a partir de las relaciones sexuales, como el Sida, la Hepatitis B, la
sífilis, etcétera.
Este es un caso distinto que no se circunscribe a los tipos de aborto penalizado. Evidentemente se trata de un ser muerto en el vientre de la madre por las razones ya mencionadas.
Para algunos países el aborto es legal si se produce en las primeras 12 semanas de gestación. Estos dos últimos tipos de abortos son considerados legales que la mayoría de países lo aceptan como protección a la salud de la población.
Es cierto es que el aborto siempre es arriesgado, tanto física como psicológicamente, y mientras más personas aborten mayor será el riesgo. En lo que respecta a los niños en gestación la mortalidad en caso de aborto siempre es de un cien por ciento. Así que el problema ético sigue siendo el mismo: Los seres humanos que son privados de su vida antes de nacer.
Pero una vez más estamos poniendo a un lado el problema ético central de este debate: el hecho de que se está privando de la vida a un ser humano, solo agrava aún más el problema. Por otra parte, este razonamiento reduce las opciones únicamente a dos: o el niño nace para vivir mal, en un hogar donde no es deseado y donde probablemente será mal tratado, o es abortado.
Tengamos presente la carga emocional, física y psicológica que arrastra una mujer a consecuencia de un aborto pueden llegar a tener consecuencia de carácter permanente no importa cuán justificado parezca.
Pero existen otras opciones. Alguien puede trabajar con esa madre que no desea al bebé para que cambie de actitud; o finalmente ese niño puede ser dado en adopción. Existe diferentes motivos que le llevan a actuar así, desgraciadamente la mayoría de las veces es por embarazo no deseado.
Hay ocasiones en nuestra vida en que debemos de elegir no necesariamente entre el bien y el mal, sino el menor de dos males; es decir, el mal menor. Si bien es cierto que para una joven haber quedado embarazada por acto de violación o incesto, es en sí, un grave mal, porque afecta directamente a la persona objeto del daño, aun así, el mal sería mayor si se decide acabar con la vida de una criatura inocente. Si hay culpable y se ha de castigar a alguien: este debe ser el (violador).
Según encuesta realizada en España reveló que 75 % por ciento de las mujeres violadas no mostraron arrepentimiento después de haber decido tener su hijo. Además, de que el aborto no le hace ningún bien a la mujer que ha sido violada, sino que le añade culpa y confusión. Pero la razón fundamental para la penalización sigue siendo el hecho de que los seres humanos concebidos como producto de una violación poseen la misma dignidad intrínseca y los mismos derechos que aquellos que son concebidos por un acto de amor.
Sospecho que, si los más ardientes defensores de la libre elección de la mujer se convencieran de que el feto es una persona humana viva, probablemente muchos de ellos cambiarían su posición.
Y ¿qué del aborto terapéutico?: es aquel que presume ser justificado con razones médicas y da la autorización para que éste se produzca, se pueden dar en distintas situaciones. La primera es para salvar la vida de la madre, cuando la continuación del embarazo o el parto significan un riesgo para su vida o para salvar la salud física o mental de la madre, cuando éstas amenazan el embarazo o el parto.
¿Acaso no deberíamos permitir el aborto en aquellos casos en que la vida de la madre corre peligro? El Diccionario de la Real Academia define “terapéutico” como: “Parte de la medicina que enseña los preceptos y remedios para el tratamiento de las enfermedades”. Como el aborto no cura ninguna enfermedad, no puede ser designado “terapéutico” en ningún caso. No obstante, en respuesta a la inquietud planteada sobre la vida de la madre, debemos tener en cuenta que este es uno de los argumentos que más apela el ciudadano común, porque nos coloca ante un supuesto dilema: ¿cuál de las dos vidas es más valiosa, la de la madre o la del niño? Pero, como hemos dicho muchas otras veces, ese dilema en realidad no existe, y esto por varias razones:
1) Los casos en que hay que escoger entre la vida de la madre y la del bebé son extremadamente escasos (menos de 1% de los abortos se llevan a cabo por esa razón). Con el avance actual de la medicina casi siempre es factible salvar la vida de ambos.
2) El reconocido cirujano pediatra C. Everett Koop declaró en cierta ocasión que durante sus 30 años de ejercicio nunca supo de una sola situación en la que tuviera que quitarle la vida a un niño antes de terminar el embarazo afin de salvar la vida de la madre. El uso de ese argumento para justificar el aborto, según el Dr. Koop, es en realidad una “cortina de humo”.
3) El doctor Alan Guttmacher de Paternidad Planeada, una institución completamente a favor del aborto, tuvo que admitir que “hoy en día es posible casi para cada paciente atravesar todo el embarazo y terminarlo viva, a menos que sufra de una enfermedad fatal como cáncer o leucemia y, si es así, no es probable que el aborto prolongue, o mucho menos salve, la vida.”
4) Para tratar con estas situaciones difíciles no hay que reformar el artículo 30, ya que en la República Dominicana no se penaliza al médico que, en el ejercicio de su función, intentando salvar la vida de la madre, provoque incidentalmente la muerte del feto.
Uno de los argumentos que aducen los partidarios del aborto es que la mujer tiene derecho sobre su cuerpo y, por ende, sobre la continuación o término de su embarazo. Este es un asunto que pertenece a su vida privada – dicen muchos – y que sólo ella debe decidir. Pero este argumento se sostiene o cae dependiendo de lo que pensemos acerca de la naturaleza del embrión. La vida humana es el bien jurídico supremo y trasciende al derecho de la privacidad.
Es erróneo pensar por el hecho de que se encuentre geográficamente en el
vientre de su madre, el feto sea parte esencial de su cuerpo como su riñón o su
páncreas. Otros argumentan que su ilegalidad obliga a muchas mujeres a abortar
en circunstancias de alto riesgo, poniendo en peligro sus vidas. Nadie,
excepto Dios, puede disponer de la vida de otro ser humano desde que esa vida
es concebida. Legalizar el aborto y despenalizarlo no es otra cosa que tomarnos
atribuciones divinas que no nos corresponden.
Ningún crimen tiene justificación, el aborto es la principal causa de muerte violenta a nivel mundial, más que todas las guerras juntas. No se sana la criatura descuartizándola, desmembrándola, succionándola dentro del útero. Es un procedimiento cruel, retrógrada e inhumano. Las leyes son para proteger la vida, no para destruirla. Vamos a prevenir el aborto, no a promoverlo legal o ilegalmente.
Toda vida humana debe ser protegida, independientemente de las circunstancias en que fue concebida. El incesto y la violación son crímenes horribles que deben ser castigados severamente; pero debemos castigar a los culpables, no a los seres humanos que no tienen culpa de haber sido concebidos en circunstancias tan terribles.
Nadie, excepto Dios, puede disponer de la vida de otro ser humano desde que
esa vida es concebida. Legalizar el aborto y despenalizarlo no es otra cosa que
tomarnos atribuciones divinas que no nos corresponden.
La evidencia bíblica es contundente en cuanto a que el feto en el seno de
la madre es un ser humano vivo y, por lo tanto, se encuentra amparado por la
ley moral de Dios, que en el sexto mandamiento declara: “No matarás”.
© Por Luis M. Rodríguez. Débil es la razón sino se llega a comprender que
hay un Dios que la Sobrepasa. Usted puede reproducir y distribuir este
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